La tormenta tropical Melissa avanza en aguas del Atlántico, recordando que la naturaleza combina fuerza y simbolismo incluso en los nombres que recibe. Aunque hoy el término Melissa se asocia con nubes, lluvia y viento, su origen proviene del griego mélissa, que significa “abeja”, derivado de méli, “miel”.
En la mitología griega, Melissa era una ninfa que cuidó al dios Zeus cuando era niño y lo alimentó con miel, convirtiéndose en símbolo de dulzura, fertilidad y trabajo constante. Sin embargo, en el lenguaje meteorológico, el mismo nombre cobra un nuevo significado: la energía y el movimiento que acompañan a las tormentas tropicales.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) asigna nombres a estos fenómenos siguiendo una lista preestablecida para cada temporada de huracanes. En esta ocasión, Melissa encabeza las alertas y boletines emitidos por los centros de pronóstico, recordando la necesidad de mantener la vigilancia ante posibles cambios en su trayectoria.
Las autoridades recomiendan a la población mantenerse informada, revisar sus planes de emergencia y evitar exponerse a zonas vulnerables.
Porque aunque Melissa significa miel y trabajo diligente, hoy representa la otra cara de la naturaleza: la que exige respeto, prevención y atención constante.