Entre el romance y la tragedia, la lluvia nos recuerda que la vida también se compone de luces y sombras.

Por : Ángel Puello 

La lluvia tiene un efecto misterioso en el alma humana. No hay fenómeno natural que despierte tantas emociones encontradas. Por experiencia propia he visto cómo, ante la primera gota que toca la ventana, algunos se vuelven románticos, melancólicos o simplemente más sensibles. Para ellos, la lluvia es música que acaricia el alma, una pausa en medio del ruido del mundo, un recordatorio de que aún hay belleza en lo sencillo. Pero para otros, es todo lo contrario: un obstáculo, una molestia, un telón gris que apaga los ánimos y retrasa la vida.

Para los campesinos, la lluvia es el milagro que hace germinar los sueños. Cada nube cargada es una promesa de cosecha, de alimento, de esperanza. Sin embargo, cuando el cielo se desborda, esa misma bendición se convierte en destrucción: los cultivos se ahogan, los caminos desaparecen y el esfuerzo de meses se pierde en el lodo. Así de paradójica es la lluvia, tan generosa como implacable.

Y en las ciudades, su llegada no siempre se recibe con poesía. Para quienes viven en cañadas, cerca de ríos o en viviendas frágiles, la lluvia no suena a inspiración: suena a miedo. Cada gota anuncia la posibilidad de perderlo todo. Los ríos, que en calma dan vida, en furia pueden arrancarla. Los puentes que unen comunidades, bajo su fuerza, pueden caer.

Sin embargo, negar la grandeza de la lluvia sería negar la esencia misma de la vida. Ella limpia, purifica, enfría, y nos obliga a detenernos. Nos enseña que toda bendición conlleva responsabilidad, y que incluso lo más bello puede ser peligroso si se desborda.

La lluvia es el espejo perfecto del ser humano: capaz de nutrir o destruir, de dar calma o provocar caos. Por eso merece un tributo, no solo por lo que hace por la tierra, sino por lo que provoca en el corazón. Porque cada vez que el cielo llora, algo dentro de nosotros también se renueva. Y en ese instante, comprendemos que hasta las lágrimas del cielo tienen su propósito.

angelpuello@gmail.com 

Si te gustó compartelo!